lunes, 18 de mayo de 2015

Cuestión de suerte

Cuando los asesinos comenzaron a matar funcionarios, Alfred estaba en el baño porque había comido demasiado y el exceso le había sentado mal. Esa desagradable circunstancia no solo le salvó la vida, sino que le hizo ascender varios puestos en la corte.

Poco después, una flecha dirigida a su persona se clavó en su mayor competidor, que se puso en medio justo a tiempo. La casualidad quiso también que más adelante otro compañero probara el vino envenenado que estaba destinado a acabar con Alfred.

Entonces muchos competidores recelosos excavaron en su pasado y encontraron la larga lista de afortunadas casualidades que le habían llevado a su posición. Alfred fue declarado culpable de asesinato pero siguió con el ánimo en alto. Estaba convencido de que la fortuna volvería a cobrarse una nueva víctima para salvarle a él. Y eso siguió pensando hasta que estuvo frente a frente con el verdugo.

Déborah F. Muñoz

Admiraba a su padre y por eso desde niño deseó siempre ser un caballero, para ser como él y defender el honor del reino. Iba con su padre cada que podía para que le enseñara a montar. Sólo tenía un pequeño, diminuto problema: detestaba a los caballos y ellos a él. Alfred siempre temía que cualquiera de los dos, bestia o jinete, acabara lastimado aunque no había ocasión en la que él no terminara en el suelo y llorando porque ninguno quería cargar con semejante bulto.

Bastaron algunos años para acoplarse con Kamal (el único en su vida) y así poder ostentar la armadura. Los roces con el país vecino llevaron a un ataque que ya todos deseaban. Esperaba con ansia el momento de tener a sus enemigos frente a frente y vencerlos. Claro está que lo primero no asegura lo segundo...

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1 comentario:

  1. Hola!
    Gracias por descubrirme este relato, lo he leído entero y me ha gustado, me encantaría que publicarás algún día.
    Saludos, tienes una nueva seguidora, pásate por mi blog si te apetece

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Respondo pocas veces pero...
Siempre leo todo lo que ponen y agradezco su interés en este pequeño punto en la gran masa que es la red.